“Ser mamá es todo lo que les cuento…”
siempre fue la frase más usada por mi persona y sabía que un día escribiría
sobre esta temática. Así que, plasmo mi idea principal.
Para todo hay un trabajo, pero, para nada
estamos listo; pues son vivencias que hacen acto de presencia de forma fugaz,
como aprender a andar en bicicleta – sencillo,
es catalogado como un aprendizaje significativo continuo – por otro lado, el
caso de relacionarse a nivel interpersonal unos con otros, nunca será la misma
experiencia. Por muchos artículos que se lean de Daniel Goleman, no existirá
trabajo asequible al momento de entrar en otras vidas; son diferentes
conocimientos y es claro, ningún ser pensante es igual que otro. Es decir,
siempre se estará iniciando un estudio a nivel social.
Ahora, quedando evidente el tema de la
sencillez… Ser mamá es una etapa maravillosa y complicada, pero no imposible.
Se trata de diversas actividades en donde el factor tiempo es el pan de cada
día y solo se alcanza a observar este rol estándar de forma distante, y se
opina: “Que bien lo hace, es excelente
mamá…”, “Le falta mucho para ser
buena madre…”. Todo ello sin antes saber cómo realmente se siente mamá, qué
estará pensando mamá y qué querrá mamá.
Se tiene un diagnóstico para este asunto y
es que ser mamá es enloquecer violenta y repentinamente. Es un nuevo estilo de
vida que se mezcla con el anterior y cada una debe saber administrarse en el
tiempo, estar y permanecer innovadora para su hijo, ser creativa, optimista y
armónica… Lo sé, bonito escrito y poco real. Explico, las madres no se
programan, no se trata de actuar y formar parte de una sociedad perfecta en
donde tienen todo bajo control, ¡No! Solo son mujeres capaces de adaptarse a
muchos cambios, creando así un espacio apto para sus pequeños; – he ahí lo hermoso de la historia –.
De forma personal, me defino como una
madre sumamente normal, buscando no ser
perfecta sino poco común, de esas que a veces se les olvida algo pequeño
pero importante y debe apresurarse para lograr el objetivo, de esas… Cada día
busco entender a mi hija de tan solo once (11), meses y aunque sea dificultoso,
no me cansaré de admirar su tierna sonrisa, demostrándome que todo está bien;
logra que me siga enloqueciendo y llenando de mucho amor.
Seamos sensibles, “No hay acto que no implique esfuerzo severo” EG. Toda madre amaría o quisiéramos escuchar un mensaje alentador:
¡Lo estás haciendo muy bien! Hay mucho por aprender, lo importante es que estás
dispuesta y ante todo tolerancia. No es fácil pero seguro saldrás victoriosa.
Esta mi siguiente ilustración fue basada
en la película “El club de las madres rebeldes” y tuvo como objetivo principal
servir de desahogo, secundario que cambien perspectiva.
- Edith Gil.